El Señor de los Anillos y el Dragón
Tolkien era católico. La semejanza no es casual. Hoy no pude dedicarme a escribir. Pero leí esto en el oficio de lectura. Es un texto de san Máximo el Confesor, un gran teólogo santo del siglo VI. Me pareció interesante citarlo porque es una buena muestra de la conciencia que tenían los antiguos de la grandeza y trascendencia de las cosas, en especial del misterio cristiano. Para ellos, la historia de Cristo era una historia épica, paragonable al Señor de los Anillos o Harry Potter, en la que aparece el héroe luchando en mínoría contra el mismismo Dragón lo vence dándole de su propia medicina por el mismo camino por el cual había vencido: Dios se hace perfecto hombre, sin que le falte nada de lo que pertenece a la naturaleza humana, excepción hecha del pecado (el cual, por lo demás, no es inherente a la naturaleza humana); de este modo ofrece a la voracidad insaciable del dragón infernal el señuelo de su carne, excitando su avidez; cebo que, al morderlo, se había de convertir p