Adviento. ¿A quién le importa?

Llega el adviento. Teniendo que preparar una homilía me pregunté. ¿Por qué es importante el adviento?
Una pregunta importante. No se puede vivir una cosa si no se sabe el valor que tiene.
Pero al responder a esta pregunta es necesario no caer en la tentación de responder cómo le gustaría que respondiéramos a la maestra de catecismo que todos llevamos dentro. A mi me pasó. Me hice la pregunta y al segundo respondi: “Sí, claro. Porque el adviento es….”. Una respuesta de cassette que podría dar cualquier loro. Y que no es más que una forma de no responder de verdad a la pregunta.
La pregunta en realidad no es tan fácil. ¿De verdad me importa que empiece el adviento? ¿Qué cosa cambia en mi vida? ¿De verdad significa algo? ¿No es verdad que casi ni me había dado cuenta que llegaba? ¿Es realmente importante para mí?
La respuesta probablemente sea no. Lo prueba mi vida. Que probablemente no se verá mayormente afectada.
Quizá no sea esta la respuesta exacta. Pero quizá sea mucho mejor que la primera. No porque sea mejor que no te importe. Sino porque es más sincera y no quiere esconder el problema debajo la alfombra de una respuesta que me tranquiliza.
Sí, probablemente que comience el adviento no me interesa. Y tantas otras cosas de la Iglesia.
No digo que no crea que son importantes. Sino que no me interesan. Mi corazón, es mejor reconocerlo, está en realidad en otra parte. En las mil cosas que tengo que hacer a fin de año, en los exámenes, los plazos de fin de año, en las vacaciones que voy a hacer, en algún problema familiar o de un amigo.
La verdad es que muchas veces, o casi todo el tiempo, vivimos dándonos estas respuestas fáciles modelo “lo que le gustaría escuchar a mi maestra de catecismo”. Nuestra verdadera vida pasa por otro lado. Que solo tiene de cristiana que de casualidad voy a misa los domingos. Y que en uno de esos cae en adviento. Cómo hoy. Que no tenía ni idea.
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Creo que esto puede ser una buena forma de empezar el adviento. Preguntarse si realmente me interesa. Con sinceridad. Sin miedo a la respuesta. Y con la confianza de que Dios ha venido a salvar lo que estaba perdido.
Dios quiere venir a nuestro mundo, a nuestra vida. De esto se trata el adviento. Pero como sucedió una vez, y otras tantas mil veces. Los hombres estamos demasiado distraídos como para darnos cuenta. Tenemos demasiadas cosas importantes que hacer y que esperar.

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